Ante la francesa Lois Boisson, la cenicienta de esta edición, semifinalista desde el 361 del mundo , Gauff fue inexorable , fue severa, fue inamovible. El público de la Philippe Chatrier ahora podía realizar el estruendos que quisiera que ella estaría impertérrita una hora hasta cerrar la victoria por 6-1 y 6-2 y clasificarse para la final, su segunda final aquí. En ella se medirá a la número uno de todo el mundo , Aryna Sabalenka, que derrotó a la vigente campeona, Iga Swiatek, por 7-6(1), 4-6 y 6-0.

El riesgo este jueves estaba en dejar que el ámbito volviese a hervir, que las gradas se le cayesen encima, que fuera se sumergiera en el infierno que quemó a Jessica Pegula y Mirra Andreeva. Desde el comienzo del partido, Gauff salió a contrarrestar con puntería el juego de Boisson. Hasta la actualidad las actuaciones de la gala habían sido geniales. Su resistencia en los intercambios aloquecía a sus adversarias, consumidas por un fervor poquísimo habitual en el tenis. Pero esta vez Boisson, ahora transformada en ídolo nacional, portada de L’Equipe a lo largo de tres días seguidos, apareció con más nervios y Gauff no disculpó.

En el primer set no hubo competencia. Y en el segundo duró unos minutos. Entonces Boisson logró su primer break y los apasionados franceses comenzaron a rugir, pero la habitante de Estados Unidos se llevó los cinco juegos siguientes con la autoridad de las mejores.